Siguen publicándose las espectaculares imágenes obtenidas por la sonda Deep Impact durante su aproximación al cometa Hartley 2 el pasado 4 de noviembre. En esta ocasión, se trata de una «tormenta de nieve al revés» que al principio pasó inadvertida al escrutinio de los científicos. Pero un análisis más detallado reveló que, además de los grandes chorros de gas que emanan por doquier desde el núcleo del cometa, también hay un gran número de «copos» de nieve y hielo. Algunos de ellos, además, más grandes que un balón de baloncesto.
«No habíamos visto antes nada como esto», asegura el profesor Mike A’Hearn, investigador principal de la misión EPOXI del proyecto Deep Impact, en la Universidad de Maryland. «Realmente nos cogió por sorpresa». De hecho, en ninguno de los cuatro cometas visitados hasta el momento por naves espaciales (Halley, Borrelly, Wild 2 y Tempel 1), se había observado nunca este extraordinario espectáculo. «Esto es, genuinamente, un nuevo fenómeno», afirma Jessica Sunshine, de la Universidad de Maryland y miembro del equipo científico de la misión. «El cometa Hartley 2 no es como otros cometas que hemos visitado antes».
La «tormenta de nieve» ocupa un volumen casi esférico, centrado en el núcleo giratorio de Hartley 2. El núcleo, con forma de pesa de gimnasio, mide apenas 2 kilómetros de un extremo a otro, pero es pequeño comparado con el enjambre de partículas que lo rodea. «La nube de hielo mide unas cuantas decenas de kilómetros de ancho —y posiblemente sea mucho más grande que eso», afirma A’Hearn. «Aún no sabemos con seguridad lo grande que es».
Nieve esponjosa, pero peligrosa
De lo que no cabe duda es que las partículas detectadas por el espectrógrafo infrarrojo de la sonda Deep Impact están hechas de hielo común. Los fragmentos están formados por granos de hielo que miden pocas milésimas de milímetro y que están «pegados» unos con otros de forma poco firme, dando lugar a cúmulos que miden desde unos cuantos centímetros hasta unos cuantos decímetros de ancho. «Si sostuvieses uno de ellos en la palma de tu mano, lo aplastarías fácilmente», dice Sunshine. «Estas bolas de nieve cometarias son muy frágiles, similares en densidad y esponjosidad a la nieve de las altas montañas en la Tierra».
Pero incluso una bola de nieve esponjosa puede causar problemas si te golpea a una velocidad de 12 km/s, la misma a la que pasó la sonda Deep Impact junto al núcleo del cometa durante el sobrevuelo. Si uno de los trozos de hielo de Hartley 2 hubiera golpeado la nave, la habría dañado sin remedio, dejándola incapaz de apuntar sus antenas hacia la Tierra para transmitir datos o pedir ayuda. Los encargados del control de la misión posiblemente nunca habrían sabido qué sucedió. «Afortunadamente, estábamos lejos de la zona de peligro», señala A’Hearn. «La nube de nieve no parece extenderse hasta nuestra distancia de encuentro de 700 kilómetros. La luz solar sublima los trozos de hielo antes de que puedan alejarse demasiado del núcleo».
De abajo a arriba
Quizá lo más curioso de esta «nevada cometaria» es que no cae desde arriba hacia abajo, sino al revés. El fenómeno, en efecto, se produce a partir del hielo seco de la superficie del cometa. El hielo está formado por dióxido de carbono en estado sólido, una de las sustancias más abundantes en el cometa Hartley 2.
Cuando el calor del Sol alcanza un depósito de hielo seco,lo transforma inmediatamente en vapor, formando de este modo un chorro en cualquier punto donde la topografía sea capaz de colimar el gas que escapa a gran velocidad. Y, aparentemente,son esos chorros de dióxido de carbono los que transportan los «copos» de hielo de agua.
Debido a que la nieve está impulsada por los chorros, «nieva desde abajo hacia arriba y no al revés», destaca Peter Schultz, de la Universidad de Brown, que también es miembro del equipo de investigación. Las tormentas de nieve de los cometas podrían ser solo el primero de muchos descubrimientos por venir.
A’Hearn y Sunshine están convencidos de que el equipo de investigación apenas está comenzando a «rascar» la suerficie de la inmensa cantidad de datos enviados por la Deep Impact durante su encuentro, por lo que las sorpresas, aseguran, no han hecho más que empezar.